“Harremanak-Sólo un Poema de Amor”, se presenta como una metáfora sobre las situaciones del ser humano. Harremanak significa Relaciones en euskera y es un guiño al País Vasco donde me he formado como artista y donde vivo.
En 2003, expuse “Metafísica y Amor” en El Arco de Santa María de Burgos y Txema López me invitó a participar en un proyecto de grupo para exponer en el CAB: el tema era “La espada de Damocles”. El proyecto en conjunto no llegó a realizarse, pero, Rufo Criado, entonces director del museo, me invitó a presentarme de forma individual.
La espada de Damocles, me condujo a esas mujeres que en su “Lecho de Amor”, duermen con la espada que pende de un hilo sobre sus cabezas, y saben que puede caer, y cae.
UN RECINTO MÁGICO
Al lugar de mi instalación, se accedía apartando dos gruesas cortinas negras. El interior todo pintado de negro a modo de cámara oscura e iluminado con luz negra, y, una pared de 5 x 3 metros cubierta de espejos, creaban un espacio misterioso de reflejos y repeticiones, al que la vista se adaptaba poco a poco. Las telas del cuerpo de “la Novia”, eran pura luz, flotando en un espacio donde todo se conectaba, confundiéndose lo real con sus reflejos. Durante el recorrido, se activaban unas luces que proporcionaban otra visión de la escena; mientras, se escuchaba un poema de Jorge Oteiza adaptado y recitado por mí: “Por si me buscáis o preguntáis un día”, de su libro “Existe Dios al noroeste”; lo acompañaban algunos acordes de “La Consagración de la primavera” de Stravinsky. (Puede apreciarse en el vídeo grabado de la exposición)
“Transcender al puro acto de mirar es el objetivo. Llevar al espectador a un estado de extrema atención donde la identificación de lo que se presenta provoque sentimientos y reflexiones, no pocas incertidumbres y algún asidero. Hay medios que resultan familiares, pero se disponen de manera diferente. La composición tiene un tono de solemnidad que es infundida por la cualidad escénica del conjunto.
Es y no es una instalación. La artista aúna distintas referencias y las relaciona, creando un vínculo espacial entre ellas. Hay elementos que vienen de la naturaleza y también piezas cuya procedencia está en el mundo del vestuario o del mobiliario. En cualquier caso, son obras urdidas en el secreto del taller, trabajadas manualmente, largamente procesadas y sentidas, alentadas por el temblor del recuerdo, vivenciadas por el suspiro vital de la cotidianeidad o vinculadas a la asunción de determinados referentes artísticos.
Con tono trascendente y espíritu abierto, ausculta el poso de la relación entre hombres y mujeres. Sentimientos descarnados, encuentros y desencuentros, dualidades receptivas y perversiones, todo es uno: amor y odio, vida y muerte. Una invitación a cuestionar las cárceles personales. El íntimo sometimiento al otro y la intimidación que la violencia de los malos tratos y las vejaciones propicia. Algo más que causa o/y efecto. La transposición entre víctima y verdugo.
El montaje tiene el sentido del orden y la exquisitez que, por ejemplo, se manifiesta en las obras de Barbara Bloom, primera creadora en ganar un gran premio, como el de la Bienal de Venecia de 1988, con una instalación cuyas partes configuran un todo con el diseño espacial.
Carmen Palomero ofrece el reino de la ambigüedad, el misterio y la paradoja al llevarnos del metalenguaje a la vida, del arte a la naturaleza, del yo al ello y de la alteridad a lo colectivo. Asunción de contrarios que habita en la interconexión entre presentación y representación de unas piezas, cada una de las cuales aporta sentido y proporciona otro ángulo, la añadidura de una mirada que enfoca a la totalidad de modo diferente. Piezas entrelazadas que tienen sentido propio y también una articulación que las carga de connotaciones. Al mismo tiempo que enriquecen, convierten la mirada en una pesquisa atenta, próxima a lo que no siempre se sabe o de lo que se tiene algunos tópicos como premisa.
Sus antecedentes son artistas tan renombrados como Marcel Duchamp, Robret Ráuschenberg, Joseph Beuys y Jorge Oteiza quienes aportan unas referencias que abren el imaginario y propician la conciencia conceptual de su punto de partida. En el creador del ready made encuentra no sólo la temática y la problemática conceptual del Grand Verre sino también en la idea del aura de los elementos mas comunes cuando se sitúan los espacios del arte. Del norteamericano, le interesa la integración empática de las cosas más diversas hasta propiciar un escaparate de vivencias, tanto personales y secretas, como las propias de los elementos que van sumiéndose como objetos artísticos. Del alemán adopta el poso religador, el mensaje de la unificación del ser en un todo, la creatividad como moneda de cambio a utilizar en los más diversos trances. La actitud del arte para la vida del autor vasco también se proyecta en su trabajo, de hecho uno de sus poemas está en la base del texto que puede oírse en el espacio. Un escrito que trascribe el sentido dual de la experiencia. La artista actúa con un especial proceso de conocimiento introspectivo. Hablando de lo cercano y personal, se acerca a las situaciones de los demás.
Un mundo atractivo y sensible que se manifiesta en capas como los sustratos que se acumulan sobre la corteza terrestre. Una primera fácil accesibilidad que denota elegancia y acerca a un universo cargado de sugerencias. Después viene la rumia del instinto, el poso del conocimiento, el repaso de las vivencias y las conexiones con el arte. La cosmovisión de la inquietud siempre abierta y dispuesta a penetrar en el interior de las cosas para poder procesar las vueltas y revueltas del misterio de la vida. Un trascender que se escenifica. La inquietud de lo que sucede en las relaciones humanas. Estos son algunos de los asuntos que le interesan a la artista.
Anteriores exposiciones ya experimentaban con el lugar y la posición del espectador respecto a la obra. También, la memoria y la conciencia de la experiencia en el conflicto entre los seres humanos. Los títulos de sus individuales son siempre muy indicativos de las intenciones y los puntos de partida. Hay un hilo conductor cuyo sentido descubre los porqués de su trabajo actual. Su primera muestra se denominó “Buscando una identidad”, el intento de encontrarse y por encontrar sentido a la mismidad, una especie de viaje a la partida de la infancia. “Diálogo entre los sentimientos y la razón” su siguiente propuesta, plantea la relación entre las pulsiones y reflexiones. “Tiempo, memoria, identidad…”, prolonga las anteriores preocupaciones zambulléndose una vez más en el pasado y enfrentándose a la dualidad arte/vida. Una serie de acercamiento a este espíritu cuyo desafío se prolonga en experiencias como: “Signos de identidad”, “Relaciones. Diálogos con Ráuschenberg”. La siempre vivencia de la naturaleza se activa en presentaciones como “Naturaleza y abstracción”, “Sobre la naturaleza”, “Entre territorios-trampas y espacios vividos”. Las relaciones con los otros surgen en “la metafísica del amor”, “Sombras vestidas de luna” pone el acento en el punto de vista de la mujer. “La espada de Damocles” sitúa el conflicto, mientras que “Filamentos del deseo” propone la sutil densidad de los encuentros.
“Harremanak – Sólo un poema de Amor”, la presentación de Burgos, es una instalación medida y controlada, los objetos y su atrezo, la luz y el suelo, su disposición en el lugar. Todo es negro, la pintura de las paredes y el techo, el color de la moqueta y las cortinas. Hay tres telas, tres cojines, tres elementos dispuestos en el interior de tres peanas-cajas. Una repetición que evoca la trialéctica de Rudolf Steiner que emplea Joseph Beuys y que evidencia nociones como sensibilidad, voluntad y pensamiento.
El conjunto está presidido por el dominante Insecto-Novia, cuyo tamaño protagoniza el espacio central. Obra que alude a la socialización de la boda y también al juego de cortejo que preside los intercambios sexuales en la naturaleza. Un enorme vestido compuesto por varias capas que muestran sugerentes frunces, ordenados pliegues y vaporosas transparencias. Una seducción que es como un gran condensador de luz blanca que avanza y cruza el lugar. A su alrededor, las connotaciones de una especie de ying y yang aluden a la fuerza del deseo y al dolor mediante cerámicas vidriadas de color rojo y lágrimas negras. Un rito de paso en algunos de los acontecimientos de la vida donde cabe todo, el bien, el mal. Lo positivo y lo negativo, la presencia y la ausencia.
Muy cerca está el lecho, cuyos tres cojines provocan la ambivalencia de sus estampaciones. La fragancia sedosa de los pétalos de rosa y las punzantes zarzas que se entrelazan suavemente. Al desaparecer en el tórculo las materias primas usadas como matrices, el proceso evoca los principios de creación y destrucción.
Cuando el espectador se acerca a la cama, un sensor activa el sistema para escuchar la música de La Consagración de la Primavera de Stravinsky, y estrofas de un poema inspirado en Oteiza. Los espejos permiten penetrar en el lugar y ver otros puntos de vista donde se implica al propio visitante. Un juego de distancias y de alusiones, La posibilidad de ser incluido.
En una de las paredes se dispone “El bosque de los amantes o corazón petrificado”. Se refiere a la vía láctea de los disparos sexuales y también a la relación entre naturaleza vegetal y humana. Para ello plantea una composición de piezas de loza. Cien están sobre la pared y frente al espejo formando unos arcos circulares, mientras que otras siete se sitúan en el suelo y tienen la vida y una luz interior. Todavía hay algo de libertad de elección en el sueño de la vida.
Finalmente “Lugares de encuentro” está constituida por tres piezas cuyo nexo de conexión es el sauco. Tiene el carácter de fetiches recordatorios. ”Arpa para mil dedos” propone la revisión de los deseos, una semilla y madera con la energía conductora del cobre. “Abrazo infinito” prolonga el sentimiento y lo absolutiza mediante la materia y el pan de oro. “El nido vacío” evoca el lecho, el vuelo y la iluminación de la superación. Sensaciones y reflejos que necesitan que el acto creativo debe extenderse a quien se acerca y lo mira. Es como un ritual metafísico. Hay complacencia sensorial y ofrece el misterio sacrificial de lo enigmático.
Texto para el catálogo de la exposición de Xavier Sáenz de Gorbea. 2009
El personaje principal es “La Mantis” que surge de la unión entre una mantis religiosa y el atuendo de una novia; mide más de 9 metros de largo x 3´5 de ancho y la conforma una cascada de más de cien metros de telas blancas de raso y organdí, superpuestas sobre una estructura de acero que les da forma y sirve para sujetarlas del techo. La Novia-insecto arrastra sobre su cola 12 bulbos rojos que representan el fruto de la procreación, nacen de la unión del pétalo y la espina de la rosa y anuncian, placer y dolor, pasión y muerte. De los 12 bulbos de cerámica vidriada, 6 se transforman en lágrimas negras que cuelgan de su pecho. Las descubre en el espejo, al acercarse al “Lecho” de seda azul sobre el que se apoyan tres cojines estampados con zarzas y pétalos de rosa.
Contrarios y complementarios se nos presentan unidos.
El lecho de seda azul de 1 x 2 metros, que al desdoblarse en el espejo se completa,
como ese
“… agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa que un temblor agita
J.L. Borges
Cuando la vida real se hace insoportable, para no desfallecer, construyo esos lugares de encuentro.
Al pasar entre “La Mantis y el “Lecho” se iluminan tres “Lugares de encuentro”
Medidas: 60 x 60 x 100 cm. cada uno
“Arpa para mil dedos” raíz de sauco, semilla e hilo de cobre en de caja de espejos.
“Nido vacío” raíz de sauco, acrílico, nido e hilo de cobre en caja de espejos.
“Abrazo infinito”, acrílico y pan de oro sobre raíz de sauco en caja de espejos
Tras el lecho, el espejo, que cubre la pared, refleja al “Bosque de los amantes” situado en el lado opuesto. 110 piezas de cerámica hechas a partir de un molde sacado de un tronco fósil encontrado en las lastras mi pueblo, componen este bosque conceptual.
El espejo a modo de charnela, desdobla el espacio y crea un diálogo entre las distintas partes construyendo un círculo mágico que funciona como un “Ensamblaje”, como un relato a capas, que sugiere una reflexión: cada elemento, cada material, cada título, aporta connotaciones que van conformando ese “Poema de Amor”.
Es un lugar para los sueños y durante el recorrido, surgen nuevos matices y perspectivas que hacen que lo que deseamos vaya generando nuestro propio discurso.
Mas tarde descubrí, que también Duchamp tenía entre sus cosas la imagen de una Mantis; a mí me atraía su diseño y me gustaba jugar con ella desde niña, a pesar de que mordía y de sus ásperas patas.
Como María Zambrano, pienso que, el Amor es como el Claro del bosque donde “no siempre es posible entrar, desde la linde se le mira y al aparecer de algunas huellas de animales no ayuda a dar ese paso. Es otro reino que un alma habita y guarda. Algún pájaro avisa y llama a ir hasta donde vaya marcando su voz. Y se le obedece; luego no se encuentra nada, nada que no sea un lugar intacto que parece haberse abierto en ese sólo instante y que nunca más se dará así”
Ningún elemento es gratuito, todos ellos conforman el poema sobre el Amor y la Muerte; la Muerte entendida también como transformación y por qué no, regeneración y Vida.